Antiguamente, las casas de los pueblos no se cerraban, cada casa tenía su puerta y un postigo que era
donde la vecina llamaba, para ver si estabas en casa, y las llaves que había eran muy grande, no se podía llevar en el bolsillo, yo actualmente sigo teniéndola, pues hicimos obra en la casa, pero no quitamos la puerta porque era centenaria y de una madera que hoy ya no existe así el constructor nos aconsejó no quitarla porque era de seguridad.
Hoy día ya no es igual, todo tiene que estar cerrado, asta en los pueblos, la civilización nos ha traído cosas muy buenas, pero nos quitó ese amor que había entre vecino y familiares.
Ya los pueblos no son iguales, no tanto como las capitales, pero ya los vecinos y vecinas no son como antes que eran una piña todos.
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