Desde éstas líneas hago un pequeño homenaje a mi madre, era de carácter alegre, servicial y generosa, apreciada en el pueblo, dispuesta a disculpar mis travesuras de niña y a inculcarme valores para después formar una familia y afrontar mis propias vivencias.
Fue una mujer luchadora de la época y la sociedad patriarcal que le tocó vivir, sumisa no, cuando creía que su opinión era la correcta, la defendía con firmeza.
Con mi mirada de hija y mujer, pienso que llevaba más ella el peso de la casa, ya que en el tiempo de ir a sembrar o recoger la cosecha, hacía una jornada muy larga…arreglar los animales, la casa, la comida, y todo lo que esto conlleva, antes de llegar al campo para llevar el almuerzo, hasta la puesta del sol.
Carmen Izquierdo
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