Madre...Teresa Crespo

Mi madre era una persona alegre y con buen humor a pesar de que le tocó vivir en tiempos difíciles. Nació en una huerta cerca de un pequeño pueblecito de la provincia de Cáceres. Acabada la guerra civil y tras la muerte de su padre, su madre tuvo que trasladarse a Berga, con ella y uno de sus hermanos. El otro hermano estaba en el ejército y había sido destinado a Berga. Mi madre solo tenía 14 años. Con 16 conoció a mi padre y se quedó embarazada de mí. Desde ese momento, mi madre solo se dedicó a cuidar de su familia, como era normal en esa época, olvidándose de sí misma si era necesario.

Cuando mi padre dejo el ejército se hizo minero y nos fuimos a vivir a una colonia minera. Allí nacieron mis hermanos. En aquella época escaseaban muchas cosas, en especial en el pueblo en el que vivíamos. Mis padres, para sobrevivir, tenían una huerta y criaban animales. Los cerdos los criaban para venderlos y uno lo reservaban para nosotros. Mi padre pasaba mucho tiempo en la mina, así que mi madre trabajó mucho cuidando los animales y la casa (éramos cuatro hermanos y tres eran chicos). Yo soy la mayor y la ayudaba en todo lo que podía cuando salía del colegio, pero ella tenía que cuidar de la casa, de los animales y de 4 hijos.

Al poco de nacer mi hermana la pequeña, nos trasladamos a Esplugues, donde parecía que íbamos a vivir mejor. Algo mejoró, es cierto, pero mi madre continuaba siendo la que se ocupaba de la casa y de los hijos. Además, trabajaba limpiando casas para aportar más ingresos porque no llegábamos a final de mes, a pesar de que los cuatro hermanos mayores también aportábamos nuestros sueldos, pero eran muy bajos.

Como la inmensa mayoría de las mujeres de su época mi madre tenía una actitud sumisa en casa. Se hacía lo que mi padre decía, él tenía un carácter muy fuerte y lo que decía mi madre no contaba para nada. En casa mi padre nunca puso un vaso en la mesa y mis hermanos tampoco, era la mujer la que tenía que hacerlo todo, y mi madre no protestó nunca, era a lo que estaba acostumbrada. A pesar de todo, mi madre siempre estaba cuando la necesitábamos, y era muy, muy difícil verla enfadada.

Era una persona fuerte, pero recuerdo que cuando le diagnosticaron diabetes, con 50 años, lo pasó muy mal porque desde el primer día tubo que inyectarse insulina y seguir un régimen muy estricto y ella disfrutaba mucho comiendo, le costó mucho acostumbrarse. Dos de mis hermanos y yo, los 15 últimos años de su vida, decidimos darle lo que nunca tuvo: viajar, subir a un avión, ir a restaurantes. Un año incluso hicimos un viaje con mi hermana y mi sobrina, 3 generaciones de mujeres de regreso a sus raíces. Cogimos un coche y desde Madrid hicimos un recorrido que nos llevó al pueblo donde nació. En ese viaje, mi madre fue a una ópera en el Escorial, algo que no había hecho nunca. Estaba feliz.

Mi madre falleció con 91 años, en agosto hará cuatro años que ya no está y la echo mucho de menos.

Teresa Crespo




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