Buscando en el baúl de mís recuerdos - Loli Fernández

 Buscando en el baúl de mís recuerdos, encontré los trapitos de las muestras, de cuando estaba aprendiendo a coser. Entre los años 70 a 74.

Aprender a coser, requiere, tiempo y paciencia, y prácticar mucho con aguja, hilo y dedal en los retales de cualquier tela o trapito. En mí juventud, casi todas las labores de costura, se hacían a mano. Hoy día, ya se hace casi todo, con máquinas.

A mí me gustaba coser y bordar. Se me daba bien. Desde niña, mi mamá, me inculcó, el tarpito, la aguja, hilo y dedal. En casa había una silla bajita, que sólo se usaba para la costura. Era más cómoda, para la espalda, a la hora de coser. 

Cuándo hice éstas muestras, ya había recosido y estropeado unos cuantos trapitos, sentada en esa silla.

Por esos años, todavía había, escasez de casi todo, las telas que sé usaban para estas  labores de aprendizaje, eran recicladas, reutilizandolas y dándoles un segundo uso. Las camisas, pantalones, sábanas, sacos de harina viejos, etc, etc. Se les sacaban los botones y se hacían los trapos para darles otro uso. Iban a la cesta de la costura y al lado de la máquina de coser.

Guardo éstas muestras, con mucho cariño. Me hacen revisar mí adolescencia y me vienen a la memoria, mís maestras. Siempre les estoy agradecida, las recuerdo con respeto y agradecimiento por todo lo que me enseñaron.

En el año 71,encontré un trabajo remunerado y con derecho a seguridad social, ( que todavía no era fácil, para la mujer), hacia una jornada de 8 horas y me quedaba media tarde libre. Ése tiempo libre lo dedicaba a seguír preparandome. Saqué, el Servicio Social y de la mujer, con la Sección Femenina,( éste servicio, era obligatorio.) 

Luego, en una academia, cursé Corte y Confección de 5 a 9 de la tarde, 4 días a la semana, hasta que conseguí, el título. Siempre practique costura y bordado. Entonces, era costumbre, que las mocitas, confecionasen su ajuar. Yo fui una de esas, que me pasé, horas y horas bordando juegos de sábanas. También era costumbre, bordar, un juego, todo de color blanco, para la noche de bodas. Era bonito ver, las sábanas bordadas y bien planchadas por una misma, la cama lucia bonita. Pero ya podéis imaginar, las horas de trabajo que conlleva.

Las costumbres, van cambiando, ahora es todo más práctico. Las telas, ya son de varios colores y estampadas y sin necesidad de tanta plancha.

Loli Fernández








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