En las casas aún quedan como recuerdo algunos objetos que ya no se usan, como los aparatos de radio, los primeros teléfonos fijos, los almireces, los molinillos de café manuales, los exprimidores de limón, las máquinas de escribir, los quinqués, los despertadores o los relojes de cuerda. Todos tienen mucho encanto. Cuando veo alguno de ellos en los mercados de viejo, procuro adquirirlo.
Marta López
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