Recordaré con mirada de Dona, la cocina de mi casa del pueblo y dos utensilios necesarios en esta.
En un momento en que era impensable que el hombre hiciese la comida familiar.
Para cocinar, siempre vi a mi madre encender el fuego de leña en la llar, y poner encima las trébedes
(allí estraudes ) utensilio imprescindible en la cocina de aquella época, tenía varias de ellas dependiendo
del tamaño de ellas ... Siempre de barro.
¡Esta era la encimera del momento!!! Normal acabar con tizne en las manos o la cara.
Y había que fregar... siempre la mujer!!! Con dos cubos de agua de la fuente de la plaza, hasta que por fin, instalaron el agua corriente en las casas.
Estaba situada en medio del primer piso con una chimenea, por la que se veía un trozo de cielo, y la lluvia o la nieve caían. Era el centro de reunión y charlas, sentados en sillas alrededor de un buen fuego, a menudo se aprovechaba la ceniza y las brasas para asar patatas, ajos, cebollas pequeñas. Mientras, sobre las trébedes, hervía el caldero de la comida de los animales, o la olla para nosotros.
Con vecinos o solo en familia y en cualquier casa... sin sofá ni tele. Eran tardes o veladas normalmente de invierno, donde las mujeres zurcían, hacían calcetines de lana o apedazaban la ropa para que durase más.
Con los años tuvimos una estufa, más limpia, pero con el inconveniente de cortar la leña tarea de los hombres, así como llevarla a casa con el animal de carga, o cada cual lo que veía. Las trébedes quedó en desuso y fue a parar al pajar (ahora garaje) como tantas otras cosas, más o menos importantes que formaron parte de nuestra vida de labradores, herramientas, etc.) Años más tarde mis hijos y sobrinas fueron rompiendo las ollas para las Cucañas de las Fiestas del Pueblo. Alguna ha quedado como decoración.
Estos enseres me evocan muchos recuerdos... sobre todo de juventud, ya que sucedió, antes de vivir definitivamente en Barcelona en 1968.
Carmen Izquierdo.
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